Sábado, 25 de julio de 2009


TEATRO › EL MENSAJERO, POR ITA SCARAMUZZA Y ALFREDO ROSENBAUM
Sobre el poder del símbolo
La directora y el actor y dramaturgo ponen en escena una obra de César Aira que toma una batalla entre dos pueblos originarios para hablar del lenguaje. “Es imposible comunicarse a través del lenguaje entre culturas diversas”, concluyen.


Por Cecilia Hopkins
Escrita en 1996 por el novelista, ensayista y traductor César Aira, la obra El mensajero toma una circunstancia precisa –una batalla decisiva para dos pueblos originarios, los vorogas y los mapuches– como excusa para hablar sobre el poder del lenguaje. Construida a partir del esquema de la tragedia clásica, la pieza es fuertemente paródica. Así, el cacique Cafulcurá aparece como un príncipe intelectual que reina entre su gente por obra de su dominio del lenguaje. Cuando la pieza comienza, el monarca se encuentra ensayando junto a las mujeres y dos hechiceros o “machis” una ceremonia para festejar un triunfo que, finalmente, no se produce. Recientemente estrenada en el Espacio Cultural Pata de Ganso (Zelaya 3122), la obra cuenta con la dirección de Ita Scaramuzza y la dramaturgia y actuación de Alfredo Rosenbaum. El resto del elenco está integrado por Julieta Casado, Bernardo González, Ignacio Huang y Matías Tavolaro.
Para Scaramuzza y Rosenbaum, el autor no intenta exponer una teoría académica sobre el poder y el lenguaje, sino que expresa a partir de la obra un conjunto de ideas sin una organización precisa, “que tiene devaneos constantes, quiebres, y hasta lugares fuertemente contradictorios”, según observan en la entrevista con Página/12. Dentro de ese mundo representado –llamado en la obra “miniatura hablada”– están los que luchan y los que no son aptos para la acción física, como las mujeres, que aquí componen un coro. La mujer luego cobra protagonismo en el personaje de Rosaura, quien va a cuestionar el poder de Cafulcurá.